miércoles, 2 de julio de 2014

HIPOTESIS

                                                      HIPÓTESIS



La ciencia es una reducción de un proceso de explicaciones científicas que han evolucionado en la historia de la humanidad hasta hoy y que, sin duda, seguirán transformándose en el futuro.
     En esta historia han participado millones de personas, lo que significa que el avance y éxito científicos no es sólo labor de unos cuantos. Al desarrollo de la ciencia ha contribuido mucha gente cuya labor permanece en el anonimato, pese a que sus estudios han sido esenciales. Esto es importante sobre todo si se toma en cuenta que el trabajo científico no da frutos rápidamente, pues los progresos son lentos y diversos.
     Este es el caso de la evolución de las explicaciones acerca de cómo es el sistema solar.
Desde la antigüedad, el hombre observó que los movimientos del Sol, Luna y estrellas estaban relacionados con cambios en las estaciones que regían su modo de vida. Así nació la astronomía, que fue estudiada por babilonios, egipcios, chinos, hindúes, griegos y mayas.
     Alrededor del año 140 d.C. en Alejandría, centro intelectual de aquella época, el astrónomo griego Claudio tolomeo organizó las observaciones de sus antecesores y realizó nuevos cálculos para predecir la posición que tendrían los planetas en el futuro. Según él, la Tierra se hallaba en el centro del universo y a su alrededor giraban siete planetas. Esta propuesta estuvo vigente durante más de mil 400 años.
     Durante el Renacimiento Nicolás Copérnico(1473-1543), astrónomo polaco cuyas observaciones le llevaron a la conclusión de que si se ponía al Sol en el centro del Sistema Solar –lugar que donde en ese tiempo se ubicaba a la Tierra–, la explicación del movimiento de los planetas sería más simple y clara. Su propuesta era contraria a los dogmas religiosos de aquella época, los cuales consideraban que el hombre vivía en el centro del universo.
     Años después, el astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601) inventó instrumentos con los cuales realizó medidas muy exactas a simple vista. Aunque rechazaba las ideas de Copérnico contribuyó sin proponérselo a reafirmarlas, mediante cuidadosas observaciones del movimiento de los planetas, cuyos datos reunió en tablas.
     Brahe heredó esta información a su asistente Johannes Kepler (1571-1630), matemático alemán, quien al analizar datos y realizar cálculos de las órbitas, pudo observar que éstos no coincidían con las órbitas circulares propuestas por Copérnico. Para resolver esta discrepancia formuló la hipótesis de que los planetas se movían en órbitas elípticas, con el Sol en uno de los focos de la elipse.
     El matemático, físico y astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642) contemporáneo de Kepler conocía su trabajo.
     Mediante la construcción y el uso del telescopio, Galileo aportó un instrumento de gran utilidad para la astronomía, porque además de que las observaciones eran más claras y precisas, se podían apreciar cientos de estrellas invisibles a simple vista; así descubrió que Júpiter tenía 4 lunas las cuales giraban a su alrededor y con esto demostró que no todos los cuerpos celestes giraban alrededor de la Tierra.
Amediados del siglo XIX se descubrió que al aplicar un voltaje entre dos placas colocadas dentro de un tubo de vidrio, del cual se había extraído casi todo el aire, se producía una descarga eléctrica a través del mismo. Asimismo, se había estudiado el fenómeno de la luz ultravioleta –invisible para el ojo humano–, en el cual cuando chocaba contra algunas sustancias, éstas emitían una luminosidad a la que se llamó fluorescencia. Se tenía conocimiento que este tipo de luz era detenida por una cartulina.
En 1895, el físico Wilhelm Roentgen trabajaba con uno de estos tubos y observó que al producirse la descarga eléctrica aparecía una luminosidad en una pantalla pintada con una sustancia fluorescente.
Pensó que la fluorescencia en la pantalla se debía a que la descarga eléctrica contenía luz ultravioleta. Para comprobarlo cubrió el tubo con una cartulina negra y dejó la habitación en oscuridad, produjo la descarga y observó la aparición de la fluorescencia en la pantalla.
     Roentgen repitió este experimento hasta asegurarse de que la fluorescencia en la pantalla no era causada por la luz ultravioleta, sino por un nuevo tipo de radiación invisible y más penetrante que podría atravesar el cartoncillo, a la cual llamó rayos X, debido a que su naturaleza era desconocida. En la actualidad, las propiedades de los rayos X se utilizan en diversos campos de la ciencia.
 

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